Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales


Cierre del acto de ingreso en la Academia del Ilmo. Sr. D. Manuel de la Higuera realizado por el Excmo. Sr. Presidente de la Academia



Excmo. Sr. Rector, Ilmas. Autoridades, Compañeros Académicos, Sras y Sres.

Aunque asustado por las 300 páginas del discurso de ingreso, debo reconocer públicamente la naturalidad y fluidez del lenguaje utilizado, así como su originalidad. Al Ilmo. Sr. D. Manuel de la Higuera le honra un profundo respeto y colaboración con su familia departamental, condición que en él es medida de capacidad y altura intelectual. Hace unos 40 años en esos días tan luminosos de finales de Septiembre, practicando el submarinismo en las transparentes aguas del castillo de Carchuna, comprobé la presencia de numerosas crías de cigarra de mar. Esa es la ubicación de la piscifactoría. Circunstancias aparte, considero relevante que en la Universidad de Granada se realice investigación en biología marina en temas tan importantes para la Sostenibilidad como la Acuicultura.

Históricamente, el paso del hombre de cazador a ganadero, representa un salto cualitativo en su historia. La eficiencia del ecosistema agrícola y ganadero es tan grande, que permitió al hombre tener tiempo libre, para dedicarlo a la artesanía primero y, posteriormente, a las artes y las ciencias. La acuicultura y la agricultura marina hoy desempeñan igual papel, como fuentes importantes de proteínas. Por descontado que hay problemas ecológicos graves, que tienen que ver con el control sanitario y la alimentación de los peces. En este sentido son acertadas las alertas de su defensor, el Catedrático y Académico D. Eduardo García Peregrín, cuando alude a los principios éticos. Afortunadamente, el rigor científico y la bondad que adornan su equipo los garantizan. La Academia se honra con este nuevo ingreso Académico, dado que contará con él en la imprescindible tarea de investigar y difundir el conocimiento en este campo de la Ciencia.

NORMAS DE RIESGO CERO
El 2009 se ha dedicado a conmemorar, el pasado, a Darwin y a Galileo. En plena crisis económica mundial parece también oportuno mirar el futuro. En efecto, con el crecimiento exponencial de la población, ya somos casi 7 000 millones de personas. Este número conlleva un grave problema de alimentación para la humanidad. En este sentido, a la Academia de Ciencias le preocupa el rechazo de la Acuicultura y de tantas tecnologías eficientes al asociarlas a problemas ecológicos. Para analizar esta cuestión utilizamos la cláusula Delaney, nombre que recibe un acuerdo del Congreso USA de 1958 relativo a la prohibición de utilizar sustancias químicas que producen cáncer en animales. Este acuerdo es un ejemplo de Norma legislativa de riesgo cero. Estas posiciones límite se utiliza por el mundo ecologista y suelen paralizar la aplicación de tecnologías relativamente seguras y rentables para la sociedad. En estos casos, la difusión de la opinión científica se debe realizar con mucha eficacia por la dificultad de luchar contra mitos y opiniones indocumentadas.

A continuación se analiza un debate que muestra con claridad como el ecologismo dogmático ralentizó medio siglo de tecnologías. La crónica podría ser:

  • En 1958, cuando se aprueba la cláusula Delaney, se conocían pocas drogas cancerígenas, no existía distinción entre cancerígenos fuertes y débiles y la sensibilidad analítica era del orden de partes por mil.
  • En 1990 se conocían miles de compuestos químicos, que a altas dosis producen cáncer en animales. Además, la sensibilidad analítica era de partes por millón, incluso en ciertos casos de partes por billón (ppb).
  • La correlación de los efectos cancerígenos en animales, cuando recibían dosis altas, con los efectos en el hombre a dosis bajas o muy bajas era, todavía en el año 2006, un problema abierto.
  • La ciencia puso en cuestión la cláusula Delaney en 1990, lográndose que se permitiera el uso de pesticidas cancerígenos, siempre que el riesgo fuese muy bajo. No obstante, un tribunal sentenció a favor de mantener la cláusula hasta que el Congreso se pronunciase. Por lo tanto, se prohibía utilizar para el hombre cualquier cantidad de pesticida que a altas dosis fuese cancerígeno en animales, sin importar la cantidad que quedase en el alimento, siguiendo, por tanto, una Norma de riesgo cero.
En los 90 se conocía científicamente que los residuos de pesticida se medían en el campo y su concentración disminuye con el tiempo (transporte y almacenamiento). Además, una parte importante del cancerígeno suele estar en la piel del fruto y se pierde completamente en el lavado y cocinado. En consecuencia, las dosis de pesticidas ingeridas son mucho menores.

En 1993, la Academia Nacional de Ciencias USA observó que los niños tienen una sensibilidad mayor, y reciben una dosis por unidad de peso también mayor. La especial sensibilidad de niños y madres lactantes se recogió con una legislación específica para cualquier contaminante.

En 1995, los informes científicos dejaron claro que los productos químicos usados, tanto naturales como artificiales, tienen un riego cancerígeno relativamente bajo.

Por fin, en 1996, casi cuarenta años después, el Congreso Norteamericano reemplazó esta Norma de Riesgo Cero para contaminantes cancerígenos de alimentos, por una más realista. Esta Norma exigía la certidumbre razonable de que no existieran daños derivados de la exposición a residuos de pesticidas en los alimentos. Los ambientalistas razonables aceptaron el cambio, dado que admitir un nivel residual de pesticida tenía la contrapartida de ampliarlo a cualquier efecto sobre la salud (no sólo de tipo cáncer). Además, se admitía la especial sensibilidad de niños y madres gestantes, mediante niveles bastante menores. En el presente y en todo caso, se debe recordar la regla de oro medioambientalsiguiente: Los riesgos y los costes deben ser siempre equivalentes para los diferentes contaminantes. Las Normas ambientales de riesgo cero ignoran el coste asintótico de los comportamientos asintóticos e ignoran que usualmente se aceptan riesgos cancerígenos cien veces mayores para toda la población (circulación de autobuses municipales de fuel, etc.). La Educación para la enseñanza y la investigación ha sido el alma de la Universidad, hoy muchos Académicos piensan que habría que reformar el sistema educativo para adaptarlo también al productivo, pero siempre habría que mantener o aumentar el rigor académico, hoy, por desgracia, en muchos casos por los suelos.

Muchas gracias